jueves, 21 de febrero de 2019

Rota

Siempre he tenido debilidad por las cosas rotas: relojes, galletas, calcetines, jerséis, espejos... Objetos que se han roto por el uso, por el paso del tiempo, por un mal golpe; pero que aun estar rotos, continúan funcionando.
No tengo pasión por solucionar cosas, ni arreglarlas. No es por eso.
Tengo tendencia a verme reflejada en ellos, en objetos rotos, incompletos, imperfectos, pero que funcionan. Nunca se está del todo rota. Un objeto no es inservible del todo; una persona no deja de ser al romperse, simplemente es diferente.
Tuve un reloj roto. Tenia brechas en el vidrio y seguía funcionando. Me gustaba llevarlo, se asemejaba a mí, pero al contrario: yo estaba rota por dentro y hacia fuera seguía siendo yo, funcionando igual, pero sin ningún motivo para hacerlo.
Uso ropa rota, calcetines gastados, jerséis con manchas y agujeros, ropa interior vieja... Todo sigue siendo útil, y merece ser utilizado por alguien mientras haga su función. Yo nunca estuve rota del todo. Lo sé, porque al fin y al cabo, pude reconstruirme y volver a ser yo. Una nunca lo está, pero necesita a alguien que se lo diga. Yo necesité a alguien que tuviera más claro que yo que yo misma superaría ese momento gris y podría volver a sentir; yo necesité a alguien que me hiciera reír y sentir que todo seguía mientras yo estaba derrotada; yo necesité fuerza, y cuando una misma no la encuentra dentro, debe aceptarla de fuera.
Solo una misma puede conocer el mal, la brecha en el cristal, el agujero o el vacío existente, pero es muy difícil superarlo cuando tú misma no te tienes confianza. Y no debes sentirte peor por eso: todo el mundo tiene derecho a pedir ayuda, y a necesitarla.

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