lunes, 14 de enero de 2019

Sólo una aproximación

Me gusta descubrir que aún existen personas que son hogar, que son verdad y que son vida.
Personas que no tienes que conocer durante días para llegar a sentirte cómoda, segura y en casa cuando estás en sus brazos; que son todo verdad porque no tienen ni una mota de maldad en los ojos, porque no dicen lo que son, sino que lo demuestran, y no hablan para impresionar, sino como presentación de todo lo que harán.
Personas vivas que no paran, que entienden que vivir no es conformarse y que para ser feliz hay que cambiar constantemente, no cansarse ni acostumbrarse; que llevan un fuego interno al que ellas dan vida y no permiten que se apague. Personas que son energía, ganas, movimiento, inquietud y descubrimiento constante. Y él es todo intensidad y sentimiento.
Hay lunares en él que son estrellas y esa espalda un cielo donde perderse. Y qué placer perderse en ella.
Ojalá hubiéramos tenido el tiempo como para contar las incontables estrellas que te marcan todo el cuerpo, pero no hay noche que dure suficiente ni vida que nos detenga el tiempo necesario para contarlas, para detenerse y mirarlas todas.
Ni tu espalda será el cielo de todas mis noches, ni tus lunares las estrellas que me guíen.
Pero qué bueno fue perderse en esa noche, en esa espalda que no acabaré de conocer por mucho que toque, entre las estrellas que no me cansaré de mirar, y donde nunca llegamos ver amanecer.

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