viernes, 20 de octubre de 2017

Cuanto hace que no escribo sobre mí y para mí, cuanto hace que no lo hago por mí...
Cuanto hace que no puedo escribir todo lo que tengo en mente, todo eso que duele saber, pero que es peor cuando lo dices en alto y lo aceptas como verdad.
Cuanto hará que alguien no me conoce en lo bueno y en lo malo, y cuando sería la última vez que acepté que yo sola no podía con todo y pude compartirlo sin sentirme egoísta.
Cuanto desde la última vez que no me sentí responsable de guardarlo todo en silencio como si fuera un secreto ajeno y sobretodo impotente por no poder cambiar nada...
No recuerdo la última vez que confesé algo para no sentirme tan sola, pero no sola en apariencias, ni sola por falta de personas en quien confiar, sino solo en mí y muy perdida.
Sola porque no dejo salir de mí lo que necesito contar ni dejo entrar a nadie para que lo vea. Sola porque me niego a que alguien tenga que aguantar lo que aguanto sin que le haya tocado hacerlo, porque a mí me ha tocado, porque no puedo evitarlo pero los demás sí.
Sola sin estarlo realmente, y eso duele mucho.
Duele mantenerlo todo dentro pero tengo miedo, y no porque me cueste decirlo en alto, lo tengo todo muy vivo dentro de mí y preparado para que salga; es miedo a que sea aún más real, porque siendo sólo mío puedo controlarlo pero sacarlo significa darle libertad.
Sigo sin poder escribir sobre como estoy por miedo a decir mucho, por miedo a confesarlo y sentirme débil, perdida...
Pero perdida en mí ya estoy.

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