Lo cotidiano oculta monstruos

¿Cuanto tiempo hace falta para considerar algo cotidiano?
¿Cuanto tiempo hizo falta para considerártelo a ti?
Considerarte cotidiano pero no algo más, no algo superfluo, no algo a lo que podría acostumbrarme.
Considerarte cotidiano porque estás ahí, estés o no estés, porque te necesito aquí si no estás y duele no sentirte.
Considerarte cotidiano porque me haces ser día a día, porque me haces vivir noche tras noches, porque me haces yo contigo y nada sin ti.
Considerarte cotidiano aún cuando me sorprendes en cada esquina, aún cuando sonrío como si fuera la primera vez, aún cuando descubro todo lo nuevo que guardas en ti.
Considerarte cotidiano y... Seguir teniendo miedo. Miedo y no a perderte. Miedo a que guardes más de ti, miedo cuando me sorprendes en cada esquina, miedo a que deba seguir fingiendo que sonrío como la primera vez.
Considerarte cotidiano porque estas ahí y no sé como dejarte ir.
Considerarte cotidiano pero no algo más, no, tú no eres como todo lo demás y sin duda no podría acostumbrare a ti, a todo lo que guardas y sacas contra mí.
Considerar cotidiano a lo oscuro que sale a la luz, a tus monstruos que yo no puedo evitar ni tú seguir guardando.
Considerar cotidiano a todo lo que eres y no poder odiarlo más, odiarte a ti, y no poder necesitarte más, necesidad de lo bueno, y por miedo a perderlo, necesidad de lo malo también.
Y como cotidiano también el odio a mí. El odio a no poder hacer más que seguir queriéndote sin que exista la opción de no hacerlo; el odio a no ser valiente; el odio a que todo este odio sea tan cotidiano que no pueda imaginarme sin él, que no pueda imaginarme sin ti.
El odio que han creado los monstruos que día a día me hacen, que noche a noche me dejan vivir.
El odio a sentirte a mi lado por no saber si en ese momento están ahí, a quererte igual pero más cuando sé que duermes, y tener miedo al despertar por si algo te ha molestado.
Quererte... Quererte cuando callas porque estás como ausente; temerte porque lo cotidiano oculta monstruos.