martes, 4 de octubre de 2016

Te permito.

Me permito ser feliz.
Me permito sonreír si eres tú el que me manda un mensaje; si es tu voz la que escucho mientras no me hablas a mi pero quieres ser escuchado; si son tus ojos los que me observan mientras me aburro, mientras intento no pensar en nada y sólo pienso en ti porque sé que estás ahí; si eres tú el que consigue hacerme reír indirecta directamente.
Si eres tú, me permito creer.
Me permito creer en lo que pocas veces he creído después de muchas oportunidades; en que todo puede pasar; en que está vez puede ser ESA vez, la vez de la cual todos hablan; en que será lo que no he tenido, lo que no he buscado y dentro de mí siempre he querido.
Me permito creer en ti como he intentado hacer con otros y no he hecho.
Me permito darte el beneficio de la duda, la oportunidad de hacerme daño, de destrozarme, de hacerme pedazos.
Me permito creer que esta vez no será así, que eres el diferente que siempre he querido que existiera y no tenía la suficiente fe como para creer que de verdad lo hacía, lo hacías.
Me permito no pensar en lo que puede salir mal porque todo puede salir mal, pero ¿y en lo que puede salir bien? ¿Quién cree en eso?
Yo, definitivamente, nunca lo he hecho. Yo nunca he tenido la opción de poder hacerlo porque nunca creí que pudiera pasar. Y ese nunca... No me lo permito ya.
Te permito a ti lo que no permití antes, lo que nunca conocí.
Te lo permito como si de verdad tuviera opción de no hacerlo, pero soy yo la que intenta creer que hay otra opción cuando tú solo conseguiste esto la primera vez que te vi sonreír.
Supe que no había vuelta atrás.
Y por favor, no retrocedamos ni un paso.
Me has ganado y te lo permito.

No hay comentarios:

Publicar un comentario