jueves, 5 de mayo de 2016

Ser felices sin serlo.

Nos pasamos la vida intentando cambiar, intentando encajar.
¿Por qué? ¿A quién queremos engañar con tantas ganas?
Sólo nos acabamos engañando a nosotros mismos, porque cambiar no te sirve, porque cambiando no se hace lo que uno quiere. Porque cambiando uno no es.
Buscamos cambiar porque buscamos algo mejor de lo que tenemos o buscamos algo más.
Queremos cambiar cuando queremos amor, y cambiar por amor es la mayor tontería que existe.
Intentamos gustarle a alguien, llamar su atención y que sepa que hay cosas que tenemos en común, pero no las tenemos en realidad si nos engañamos a nosotros mismos sólo por alguien.
Nos engañamos a nosotros mismo por otra persona, o muchas más.
Engañamos al mundo por no enseñar lo que nos hace únicos, lo que nos hace diferentes.
Intentamos encajar donde queremos y no donde debemos.
Queremos gustarle a quien nos conviene y no a quien nos merece.
Que egoístas llegamos a ser pensando que los demás quieren nuestro ser falso, nuestra propia mentira hecha realidad. Que egoístas somos por engañar para hacernos querer. Que egoístas por no darnos a conocer a las personas que realmente quieren conocernos y hacerlo con las personas que no nos aceptarían tal y como uno es.
Que egoístas, sí, por no estar con esa persona que nos merece, como nosotros le merecemos a ella, y por engañar a otra que se merece alguien real.
Ser real, y que fácil no serlo.
Ser egoístas para ser felices y no tener lo que realmente nos hace feliz.
Paradójico, ¿no?
La persona, el peor problema de la tierra y sus tonterías inhumanas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario