miércoles, 7 de octubre de 2015

Que frágiles nos hace el amor.

Cupido es tan caprichoso que igual que viene, va; que igual que te da amor, te lo quita; que igual que dispara al aire sin apuntar, te dispara a ti y a nadie más. Y si no dispara a nadie más...
Todos podríamos apostar lo que quisiéramos, lo que mas apreciáramos, a que Cupido cuando dispara, no sabe donde dispara, a que cuando te enamoras, tienes las mismas posibilidades de que sea correspondido que las que tienes de que te toque la lotería. Y aunque estemos enamorados, aunque nuestro amor sea correspondido, sabemos que es verdad, que el amor es tan fácil para algunos como difícil para otros y que aunque quisiéramos nunca podríamos decidir a quien querer, o a quien no. Y como no decidimos a quien querer, tampoco decidimos quien puede dañarnos y quien no, porque en teoría "no se daña a quien se quiere" y al final acabamos dañando siempre a los que más nos quieren, pero acaban siendo los mismos que nos dañan a nosotros.
Querer o no querer. Dañar o no dañar.
Traspasar la linea es tan fácil y tan difícil de evitar que perder o no perder se convierte en algo inevitable.

No hay comentarios:

Publicar un comentario