Pero primero, aclaremos términos. Cuando decimos "olvidar a alguien", lo que en realidad queremos es no sentir lo que sentimos por esa persona, cosa que si analizamos bien, no es fácil. No es fácil dejar de querer a alguien del día a la mañana aunque quieras odiar a esa persona y te haya hecho daño suficiente como para hacerlo. Las cosas no son nunca fáciles. Y es nuestra vida y nos damos cuenta de que no decidimos ni a quien querer ni a quien odiar. Supongamos que nadie lo decide, entonces olvidar a alguien, o sea, dejar de quererlo como lo queremos, tampoco podemos decidirlo nosotros, y aun así, nos empeñamos en ello, en dejar de querer.
Y del término olvidar llegamos al termino querer. Término con demasiados significados y demasiado fuerte como para que otro sentimiento pueda eliminarlo. ¿Qué elimina al querer? Otra forma de querer, o alguien distinto a quien querer. Alguien con el que podamos remplazar lo que daba sentido a la palabra querer y podamos ignorar por un tiempo la palabra olvidar.
Así es de triste. Queremos a alguien durante un tiempo, y cuando necesitamos dejar de quererlo, debemos querer a otra persona que nos haga sentir lo mismo para no acordarnos del amor que ya pasó y podamos disfrutar del amor que llegará. Pero la mayoría de veces el problema no es no poder olvidar lo que alguien te hacía sentir y remplazarlo con otro amor, la mayoría de veces, el problema es sólo no querer olvidar nada, no querer remplazar lo que sentíamos cuando todo iba bien para así no olvidar.
Entonces, ¿queremos o no olvidar?
No hay comentarios:
Publicar un comentario