Son esos pequeños detalles...

Son pequeños detalles, los que un día me hicieron sonreír. Todo empezó con una sonrisa, esa sonrisa de medio lado. Esa sonrisa irresistible, que necesito cerca, muy cerca. Todo continuo al sentir tus ojos en mi. Al sentir mis mejillas sonrojarse por esa mirada que perdura en la mía, y tras una sonrisa desaparece. Después llegaron tus brazos, que me hacían sentirme débil. Esos que sentía a mi al rededor y eramos capaces de volar, de reír, de ser felices. Todo eso, con un sólo contacto. Fue tu mano la que cogió a la mía, la que hizo que un escalofrío inundara todo mi cuerpo, y sintiera que ya nunca me soltarías, que era tuya. Un susurro en mi oreja, fue el que me dijo que me querías. A mi. Después de miradas, sonrisas, abrazos. Ese susurro lo significo todo. Y fue más tarde, cuando por fin me besaste. Y entonces ya no había nada. Sólo estábamos tú y yo. No hacían falta más palabras. Una mirada. Una sonrisa. Un abrazo. Un nosotros.