martes, 5 de agosto de 2014

Cómo la vida misma.

El verano siempre es tiempo de reencuentros. Reencuentros buenos y malos. Reencuentros de esos que te hacen volver al pasado y recordar. Hoy el reencuentro de una amiga querida nos ha hecho a las dos volver atrás en el tiempo, volver a nuestras tradiciones, a nuestros momentos vividos y poder volver a ser quien eramos en aquellos momentos. Pero no lo somos, y no podemos volver a serlo. Hemos cambiado, pero aún así hoy podíamos volver a hacer lo de siempre, sin ser las que una vez empezaron ha hacerlo. Volvíamos a pasar por los mismos lugares, las mismas calles y nos reíamos de las cosas de las que hablábamos antes. Tantas veces habíamos pasado por allí, comiéndonos el mismo helado, en el mismo día lluvioso y con nuestras mismas historias hablando de como estábamos enamoradas, cada una de un chico, y cada una con sus diferentes historias delirantes y paranoicas. Hoy las hemos recordado. Quien diría que después de dos años de aquello seguiríamos pasando por allí y en vez de sufrir y reír, reiríamos tontamente de nosotras mismas y nos daríamos cuenta de como hemos crecido. Dos años tan sólo. Dos años, tanto tiempo. Este reencuentro me ha hecho pensar. Sé que a ella también. Y ahora sólo llego a la conclusión de que el tiempo nos cambia, maduramos y nos preocupan distintas cosas, crecemos y vivimos muchas más experiencias, más historias. Cambiamos mucho pero seguimos siendo las mismas, en los lugares de antes que tampoco son iguales y seguimos hablando como antes pero los temas son distintos, y de aquí dos años habrán vuelto a cambiar. Y caminaremos juntas. Y reiremos juntas. Y seremos otras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario