Cuando estás enamorada, cada paso que das es importante. Cada momento en el que tienes el corazón en un puño y late tan rápido que podría estallar en mil trocitos de amor. Cada respiración con dificultad, cada suspiro perdido pensando en él. Cada sonrisa provenida de un recuerdo pasado, o un deseo futuro. Cada vez que te muerdes el labio, en un intento de no decirle todo lo que sientes, todo lo que sufres. Cada risa que se escapa de tu boca junto a todas esas mariposas en el estomago que, poco a poco, van saliendo. Cada estremecimiento, cada roce con su piel y toda la electricidad que eso conlleva. Cada noche pensando en él, cada noche de insomnio y deseo. Y aun estarías mil años amándole así. Por todos esos momentos de nervios cuando tenías que hablarle y mirarle a los ojos. Todas las veces que te ha pillado mirándolo y no has podido evitar sonrojarte y sonreír. Todos esos "te quiero" guardados en el fondo de tu corazón, que luchan por salir. Todas esas canciones que te recuerdan a él y las escuchas con melancolía, echándolo de menos. Todos los libros que no has podido leer por que él estaba en tus pensamientos, incordiandote. Todas esas lágrimas derramadas después de un pensamiento de rendición. Pero no, no te rindes. Y es que sabes que estarías mil años mas amándole. No tienes prisa. Díselo. Hazselo saber. Ruégale que no tenga miedo, ni por perderte ni por amarte. Explícale todo lo que querías decirle y que sienta que lo amas. Enséñale que nunca lo dejarás, que mil años más amándole son pocos. Dile que tienes tiempo. Para siempre y un día más.
A thousand years.
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